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Claribel Alegría y Darwin J. Flakoll recogen en esta novela una historia testimonial y de amor desarrollada en medio de la crisis política y social de 1932. Mediante técnicas narrativas de vanguardia, la voz narradora femenina reconstruye su historia familiar, personal y el contexto social previo al genocidio en el occidente del país. Según el intelectual Julio Valle Castillo: “Cenizas de Izalco deberá localizarse como la única novela centroamericana que permitió a la literatura hispanoamericana colocarse nuevamente en el centro del idioma español; son las cenizas de los muertos y de los vivos, de una familia, de una insurrección campesina, de la memoria, de un amor prohibido y efímero, cenizas de una pasión”. Esta novela tuvo como primer comentarista al escritor argentino Julio Cortázar y llegó a ser finalista del prestigioso Premio Biblioteca Breve de Seix Barral, en 1964.