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Sin duda, León Sigüenza es el fabulista salvadoreño más célebre y digno sucesor de Esopo, Fedro, Samaniego e Iriarte. Fue diputado en 1933, luego regidor y alcalde temporal de Cojutepeque. Además, fungió como diplomático en Nueva York, Estados Unidos, y Tokio, Japón. Sus crónicas y versos fueron publicados en periódicos nacionales e hispanoamericanos como peculiares críticas contra funcionarios públicos. Su única obra, Fábulas, fue publicada póstumamente por su familia. El trabajo de Sigüenza está impregnado de elementos de flora y fauna centroamericana. Algunas de sus fábulas más reconocidas son “La víbora y el alacrán”, “Los dos burros”, “Júpiter y el tigre”, “El jardinero y los zompopos”, “El hombre y el perro consejero” y “Las frutas en asamblea”.